En medio de las guerras, todas las paces parecen imposibles. Para llegar a una paz en la guerra, ambos bandos deberían ponerse de acuerdo. Pero, lamentablemente, en las guerras cada bando tiene un pensamiento, ideología o creencia distinta; e intentarán defenderla hasta que el otro bando se rinda, hasta acabar con él y acepte las creencias del bando dominante.
Los que luchan en las guerras están completamente convencidos de que su creencia es la correcta, y esto les nubla. Ni siquiera se acuerdan de lo que significa la paz, o lo que alguna vez ha significado para ellos.
En la serena reflexión de la paz, todas las guerras parecen pesadillas. Desde el sofá del salón vemos guerras en la televisión; y en ellas mucho dolor, sufrimiento y muertes. Nuestra vista tiene que estar muy nublada para no darnos cuenta que todo ello es una pesadilla. Y es que desde el sofá, es muy fácil ver que todos esos enfrentamientos no valen la pena. Es muy fácil pensar en la paz.
Sólo hay que recordar cuando nos enfadamos con alguien y tenemos ese sentimiento de odio. En ese momento, no pensamos en reconciliarnos con aquella persona. Pero con el tiempo, tras hacer las paces, nos damos cuenta de lo nublados que hemos estado; y pensamos cómo hemos podido enfadarnos y por qué.
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